SOBRE LA FERIA DE CHILE. Con asombro y estupor, mis viejos pero aguerridos ojos de anarquista inclemente, observan cómo también la esfera de la cultura ha entrado a formar parte del hórrido botín de los agrimensores de la realidad, los dueños de la bacanal del mundo, los evasores de espíritu, los malandrines del alma, fútiles negadores de la quintaesencia suprema.
Leo en los pasquines oficiales, siempre prestos a celebrar la infamia, el desequilibrio, la rapiña y el esclerótico pánico hacia los bienes terrenales del otro, que la cultura va in crescendo, que no tenemos más que motivos de agradecimiento hacia ella. ¡Paparruchas de esos libelos execrables! ¡Gota de estricnina para agregar a un mar cianúrico!
Amigos y aliados de mis invectivas, escúchenme bien: La cultura también ha sido hurtada.
Solamente sabiendo esto puede explicarse que los filibusteros de los ministerios, los piratas editoriales y los cuatro o cinco poetas esquiroles del gran palacio del poder inicuo y de sus ex presidentes, impongan, sin que medie explicación alguna, a los mismos endebles artistas en todas las ferias del libro, certámenes culturales, celebraciones o conmemoraciones que se escenifican a lo largo y ancho del este sumiso planeta y cuya última vergonzante prueba es la Feria del Libro de Chile.
Se trata de un robo espiritual que empobrece notablemente el camino, y que viene a sumarse a la variada y multicroma colección de bellaquerías que se nos han infringido.
En donde quiera que la cultura deba presentar sus credenciales aparece el mismo grupo de artistas, de gancho siempre con los representantes del poder reinante, y se les elogia tal y como si les hubiéramos autorizado a representar nuestros sueños y nuestras tentativas, en detrimento además del pecunio colectivo, pues los envían con el dinero de nuestros impuestos. Lo anterior como menosprecio a otros artistas más sazonados que trabajan en la dignidad de la sombra y el honor del asombro, y quienes están por puertas hasta que se integren al grotesco redil. Ah, brujas, ah miserias, ah terror… a vosotros fue confiado mi tesoro. Profesor Horacio Martínez Guerrero, Anarquista redivivo.
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YO TAMBIÉN TENGO DERECHO. Queridos Confabulados: Antes que nada los felicito y me felicito por la aparición semanal del periódico. Y que conste que para muchos lo que ustedes hacen es, literalmente, eso: una aparición. Soy artista desde que me acuerdo y he recibido muchos placeres de mi arte. Pero, por otra parte, no han sido pocos los castigos, las injusticias y las retaliaciones que me han salido al paso. Por el anterior motivo, y lleno de nueva energía, bríos y hasta reencontrando la extraviada esperanza, quiero unirme desde ya a su campaña maravillosa, con el propósito de lograr para todos los artistas una Seguridad Social y unas garantías mínimas que saquen de las afugias su rutina. Creo, porque me lo han comentado, que no serán pocos los artistas que los acompañarán en el camino. Felicitaciones por la idea. Mauricio Aponte, artista colombiano.
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BIENVENIDOS, CARICATURISTAS: Señores de la Con-fabulación: Desde hace varios meses me está llegando su revista, la cual creo importante en el panorama del periodismo nacional, por atreverse a mirar la realidad de frente y no de un modo sesgado como hacen otros medios de comunicación, que siempre disfrazan y falsean todo. Por ese motivo me gustaría colaborarles con algunas caricaturas, pero no sé si les interese. Me gustaría mucho verme en Con-fabulación. Atentamente, Martín Romero
R: Para nosotros toda colaboración es valiosa y todo trabajo debe ser sopesado con interés y respeto. Así pues, estaremos felices ante el hallazgo de nuevos, y ojalá feroces, caricaturistas.
DESDE MIAMI. Buenas, amigos y aliados de la rebeldía: mis actividades mundanas me han traído por una corta temporada a la espantosa Miami, pero desde aquí sigo su periódico. Me gusta el senador Robledo y no entiendo por qué la prensa oficial dice que es un extremista. ¿Ahora decir la verdad es ser radical? Bien por ese colaborador. Y ojalá pueda escapar pronto de este monstruoso paraíso. Miryam Silvia.
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