Gabo y la pedofilia

Por Enrique Vélez Piedrahita

Es absolutamente justificada la crítica hecha por el filósofo italiano y profesor de la Universidad de Padua, Franco Volpi, en la entrevista que le hiciera Gonzalo Márquez Cristo, publicada en el número 57 de Con-Fabulación, a la última novela de Gabriel García Márquez Memoria de mis putas tristes, relacionada con su evidente contenido pedófilo-pornográfico, en la que un viejo, el día en que cumple noventa años, compra una adolescente virgen de catorce, (Delgadina), con la complicidad de una vieja proxeneta dueña de un burdel de mala muerte. Justo es reconocerlo, Gabo, en esa libertad de novelista genio, plenamente justificada, incurrió, a mi juicio, en esa ligereza tal vez propia de ese rico mundo macondiano colorido e insondable que vaga en su insuperable imaginación. Pero es cierto, así pertenezca a ese mundo ilusorio, debe ser tema de reflexión, por ser García Márquez un poderoso multiplicador cultural y aunque para la literatura en general y para la de ficción en particular, no debe haber temas vedados, si hay algunos de especial sensibilidad por su contenido prosaico, que deben enfrentar críticas directas como las del Profesor Volpi.

Pero tanto el entrevistado como el entrevistador, olvidaron que ese pervertido personaje de la última novela apodado por sus alumnos el Profesor Mustio Collado, es casi el mismo, o por lo menos es muy similar a Florentino Ariza de la otra novela de García Márquez El amor en los tiempos de cólera”, personaje éste, que en su prolongada espera de más de cincuenta años por Fermina Daza, ya superados sus setenta años, pervierte a América Vicuña, una niñita virgen de catorce años hija de unos parientes lejanos suyos que la enviaron inocentemente a Cartagena de Indias, bajo su tutoría, a estudiar para maestra superior y que más tarde se suicida por el abandono de su protector.

Tanto el Profesor Mustio Collado, como Florentino Ariza, son dos viejos solitarios sin amor cierto, obsesionados durante toda sus vidas por el sexo, el primero comprándolo siempre en prostíbulos y el segundo ejerciéndolo con las pajaritas de la noche de Cartagena en forma recurrente y desesperada, con algunos encuentros más o menos prolongados, pero siempre secretos y pasajeros.

Tanto el uno como el otro son pensadores y escriben, Florentino Ariza, sus interminables cartas filosóficas de amor a Fermina Ariza, como las que escribía a ruego de los enamorados. El Profesor Mustio Collado, periodista, como inflador de cables en El Diario de la Paz en Barranquilla y ambos finalistas en los Juegos Florales de Cartagena de Indias.

Existen muchísimas otras similitudes entre los dos personajes, que por razones de espacio me abstengo de reseñar, como similares son las formas de seducción indecorosa que emplean, valiéndose cada uno de su condición dominante frente a cada niña. El Profesor Mustio Collado, prevalido de su paga y Florentino Ariza, de su condición de acudiente.

Es pues vieja la incursión de Gabo en el espinoso tema, pues su novela El amor en los tiempos del cólera fue publicada en diciembre de 1.985 y Memorias de mis putas tristes en octubre de 2.004.