Porque el nivel, la calidad y la hondura de los periodistas es perseguido como un estigma y una mala señal en los epicentros de la prensa convencional, y se elige a quienes están dispuestos a ejercer un periodismo adocenado, ciego a los embates brutales de nuestra realidad ominosa.
Porque debemos conformarnos con las opiniones de unos pocos y la función crítica es también propiedad exclusiva de un grupo de elegidos, y hasta los detractores se escogen en los canapés republicanos donde se diviertan e incineran los poseedores de la realidad.
Porque entre más dinero ganan, los medios de comunicación están menos dispuestos a ponerse frente al espejo crepitante de la verdad oculta.
Para que la mala calidad de los escritores de prensa quede demostrada de manera contundente, y empecemos a exigir que se nos regalen nuevas cosechas de palabras. Y para que se cuestione la mediocridad de los oficiantes de la prensa convencional.