El Vía Crucis Financiero: ¿Por quién doblan las campanas?

Por José Corredor Núñez*

Mientras la banca ha gozado durante la última década de los ingresos más altos de Colombia, abonando el camino para la irrupción de las funestas pirámides por su reconocida indolencia y por su incontrolada usura, el ex presidente de Coopdesarrollo, José Corredor Núñez, analiza las inhumanas cifras de ese negocio desmesurado. Es labor imperativa de los gobiernos del mundo intentar nivelar el abuso de ese sector de la economía, reconocida como la más ignominiosa tara del capitalismo.

Cuando nos aprestamos a hacerle frente al fenómeno de la desaceleración o recesión mundial de la cual no escapará Colombia, resulta oportuno darle una repasada a la situación financiera y en especial al cumplimiento de la banca frente a los usuarios y al impacto que el sistema imperante causa en los sectores más débiles de la población colombiana.

Para empezar digamos que con excepción del Banco de la República, encargado de regular la política monetaria, hoy el sistema financiero en cabeza de los bancos y de las corporaciones se encuentra en manos de particulares y en forma bastante concentrada, desde donde se maneja no sólo el poder económico, sino también el poder político el cual se encuentra a su servicio, de donde resulta que la intervención del Estado sea una quimera y no pase de ser una hermosa declaración constitucional que a la postre se convierte en un canto a la bandera, con los devastadores efectos para los usuarios de los servicios y para quienes han perdido la confianza en ellos, que buscan otras alternativas como las abominables pirámides o el manejo del dinero efectivo “debajo del colchón”.

Al cierre del ejercicio económico anual, las empresas reportan utilidades o pérdidas, y los medios de comunicación, también aliados de la banca, destacan los excelentes resultados de las entidades financieras.

Claro, la gerentocracia que así se ufana, lo que no le dice con claridad a la opinión es que los depósitos en cuentas corrientes no devengan nada. Los depósitos en cuentas de ahorro que superen los $500.000 lo remuneran con un 0.0005%. Los CDT´S como gran cosa los retribuyen con un 7.5% o máximo 8% anual, pero en cambio esos recursos captados son colocados en créditos al ciudadano común cuyas tasas de interés resultan astronómicamente desproporcionadas frente a la remuneración de la captación. Veamos tarjetas de crédito: 25.19% anual o sea 2.1% mensual; créditos de consumo, de vehículos o rotativos: 2.3% mensual es decir 27.6% anual; de donde se deduce que la sola operación de captación y colocación le produce a la entidad bancaria un rendimiento mínimo del 20% anual.

Y qué decir del crédito hipotecario, para vivienda de interés social al cual aplica la nefasta fórmula de UVR = 18% + 11% de interés + IPC 7.67 para un total de 36.67% de interés lo que significa más del 3% mensual, y si el crédito es corriente se incrementa en 1.7% de interés de donde resulta que el año es equivalente al 38.77% o sea el 3.19% mensual. Con esas tasas de interés ¿qué solución de vivienda pueden tener las gentes de bajos ingresos?

Pero si lo anterior fuera poco, hay que tener en cuenta que los bancos cobran por toda operación que se haga, empezando por conocer el saldo de la cuenta, por retiro en cajero automático de la propia red o de otras redes, por avance en efectivo, por consulta telefónica, por extracto bancario, por cuota de manejo de la tarjeta crédito o débito, por reposición de tarjetas, por el talonario de las chequeras, por toda digitación que se haga, sea o no exitosa la operación y para completar si el cajero automático no entrega más de $400.000 y se quiere retirar $1.000.000 hay que efectuar, tres o cuatro operaciones las cuales cobradas a la módica suma de $5.000, cuesta entre $15.000 y $20.000 efectuar el retiro, los que se embolsilla la entidad en menos de 5 minutos.

De otra parte se ha puesto en práctica por “razones de seguridad” que los sueldos y las pensiones se consignen en los bancos, así como los servicios públicos, las matriculas, las cesantías lo cual constituye un torrente de dinero que queda merced de las entidades financieras.

Este panorama lleva a la reflexión: ¿si el sistema financiero descrito se agrava con la retención en la fuente por las transacciones que se hagan más el 4 X 1000 que se lleva el Estado resulta justo y equitativo que gobernantes y legisladores continúen de espaldas al bien común y sigan pagando en forma obsecuente los favores recibidos?

De continuar así resulta la pregunta lógica: ¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?

*Ex Representante a la Cámara, Ex presidente de Coopdesarrollo,
Presidente de la Universidad Cooperativa de Colombia