En Conjuro Capital

Juan Gustavo Cobo Borda

(Bogotá 1948). Poeta y ensayista. Fue director durante una década (1973-1984) de la revista ECO. Ha ocupado cargos diplomáticos en Buenos Aires, Madrid, y ha sido embajador en Grecia. En 1985 el Fondo de Cultura Económica de México publicó su Antología de la poesía hispanoamericana. Entre sus libros de ensayos sobresalen: Para llegar a García Márquez (1997), traducido al francés, y Borges Enamorado (1999). En 1974 publicó Consejos para sobrevivir, luego Todos los poetas son santos (1987), Dibujos hechos al azar de lugares que cruzaron mis ojos (1991), y La musa inclemente (Barcelona, 2001).

Entre 1975 y 1982 fue editor del Instituto Colombiano de Cultura. Miembro de Número de la Académica Colombiana de La Lengua, desde 1993, y correspondiente de la Española. Participó en la nueva edición del Diccionario de La Lengua Española. Entre 1996 y 1997, fue el editor de los cuarenta títulos de la Biblioteca Familiar Colombiana. Ha sido jurado tres veces del premio Juan Rulfo, de Guadalajara (México). Del Rómulo Gallegos (Caracas), del Reina Sofía de poesía iberoamericana (Madrid) y del Neustad, Universidad de Oklahoma, U.S.A. Entre las últimas publicaciones de Cobo Borda se destacan: Lector impenitente (2004), y su paralelo entre García Márquez y Álvaro Mutis titulado Lecturas convergentes (2006,). En 2007 publicó su amplia compilación El Arte de leer a García Márquez con trabajos de Koetzee, Updike, Burgess, Perry, Anderson, Monsivais y Juan Bosch.

RECHAZO Y ABISMO

Tantas tontas fantasías.
Tanto arrebato emotivo.
Tanto despilfarro de energía,
dinero, ingeniosos motivos
para terminar sumidos
en el fastidio y la ignominia.

Tantos baldíos romances efímeros:
números de teléfonos,
direcciones confusas, datos que carecen
de un rostro reconocible.
Palabras en clave,
guiños que son ahora
muecas de hastío.

Papeles truncos
donde no se encuentra
el sentido que se fuga,
la insistencia que se diluye.
El manto gris que cubrió
tantos resplandores y luces.
La nada tras la cual
volvemos a precipitarnos
con efervescente júbilo.